La civilización perdida

Gabriel Chaile, Edgardo Gimenez y Geraldine Schwindt

Curadora: Laura Spivak

Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires

2019

Gabriel Chaile, Edgardo Giménez y Geraldine Schwindt fueron invitados por La Bienal y el Centro Cultural Recoleta a celebrar – sí, celebrar – una exposición. A poner en diálogo sus obras y junto con ellas sus recorridos, historias y deseos. A compartir universos propios y ajenos, asumiendo el riesgo de ponerse a disposición del otro en un espacio común de creación. Juntos decidieron apostar a los asombrosos resultados de un encuentro inesperado. Con la certeza de que todo acto de arrojo es un salto al descubrimiento y la sorpresa.

Un conjunto de grandes muros de hierro se alzan en un paisaje nuboso y encapotado, sugiriendo posibles recorridos e itinerarios. En el metal aparecen dibujos grabados que narran exóticas escenas y naturalezas. Entre el grabado y la escultura, y con gran conocimiento del oficio y los materiales, Geraldine experimenta con diferentes químicos y procedimientos. Dibuja sobre las placas –que luego dan forma a los muros- y las somete a la acción del tiempo y de sus investigaciones.

Por encima de estos muros se intuye lo que aquellos esconden. Una fuente con cascadas infinitas y un mítico personaje que se eleva por sobre ellos. Edgardo se inspiró en el clásico film Tarzán y la fuente mágica, dirigida por Lee Sholem en 1949. La película narra la historia de una mujer piloto que aparece en la jungla tan joven como cuando su avión se estrelló muchos años antes, aparentemente debido a la existencia de una fuente secreta. A través de esta obra Edgardo nos recuerda una vez más que no solo el verdadero arte es el que no te deja ileso, sino también que vivir sin humor es una auténtica tragedia.

Completan este paisaje de muros e historias fantásticas, criaturas hechas de adobe, contenedores industriales y tuberías. La ingeniería que da forma a los seres antropomorfos de Gabriel es producto de una combinación de gracia e ingenio. En ellos el artista recupera iconografía de los pueblos originarios del noroeste argentino. Mediante esta operación, no solo rescata la historia de aquellas culturas, sino que también da luz sobre su actualidad.

Así es como se conforma esta suerte de civilización perdida, de paisaje extravagante. Producto de la mixtura de diferentes imaginarios e idiosincrasias, dispuestos para la creación de una épica colectiva. Donde las individualidades se destacan y a la vez se funden en una nueva historia, en un nuevo escenario. Esta exposición acompaña una renovada edición de La Bienal, como un espacio de encuentro, experimentación y creación. Y es también un homenaje, quizás romántico, a los artistas aventureros.

Laura Spivak, 2019.